viernes, 28 de octubre de 2011

Condenan a ex represores

Astiz y Acosta, dos símbolos de la dictadura militar
        En un acto de verdadera justicia, el Tribunal Oral Federal 5 condenó a cadena perpetua a los ex marinos Alfredo Astiz, Jorge "Tigre" Acosta y otros 10 represores por los delitos cometidos de lesa humanidad en la Escuela de Mecánica de la Armada, el centro de detención más grande que tuvo la feroz dictadura. Pero ¿Quiénes son y qué rol cumplieron estos personajes durante el "Proceso de Reorganización Nacional"?

       Capitán de corbeta, asesino, uno de los jefes del centro de tortura de la ESMA, jefe de inteligencia del grupo de tareas 3.3.2, son algunas características que definen a Jorge Acosta. El “Tigre”, así lo apodaron, decidía quién de los desaparecidos vivía o era asesinado. Elegía a dedo quienes subían a los vuelos de la muerte. Ex detenidos de la Escuela, definieron a Acosta de la siguiente manera: "En un minuto él podría estar besando a un prisionero a través de la capucha, al verlo en la mesa de la tortura. Pero al minuto siguiente se concentraba y le daba más y más alto a la máquina de choque eléctrico".

      Acérrimo crítico del gobierno actual, al que calificó como “montonero proterrorista”, Acosta, durante el juicio, defendió la represión de la ultima dictadura militar y la justificó diciendo que estuvo “ajustada a derecho”. Un personaje tenebroso, de los peores de la historia nacional, con sangre fría y carente de alma.   
       Alfredo Astiz fue asignado, tras el golpe militar, a la ESMA. Fue uno de los genocidas más eficientes por su capacidad para infiltrase entre las filas de los familiares de desaparecidos. Por su despiadada frialdad, característica en esa clase de hombres, y una cara de niño “bueno”, debido a los raros prejuicios que tiene el ser humano de creer que por tener tez blanca, ojos azules y pelo rubio se aumentan las posibilidades de ser buena persona, Astiz fue denominado como “El Ángel de la Muerte”.
                                  
      Gustavo Niño fue el seudónimo que eligió para interpretar al presunto hermano de un desaparecido. Gracias a la información conquistada por medio de la infiltración del ex represor, murieron en 1977, Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce, y las monjas francesas Alice Domon y Leónie Duquet. A la salida de una iglesia, “marcó” con un beso a las que serían asesinadas. Villaflor, Ballestrino y Ponce eran las tres fundadoras de Las Madres de Plaza de Mayo.

       En una entrevista con Gabriela Cerutti en 1998, el ex militar explicó cuál era su labor. “A mí me decían: andá a buscar a tal, yo iba y lo traía. Vivo o muerto, lo dejaba en la ESMA y me iba al siguiente operativo”. En un tramo del reportaje, el tirano define claramente cómo fue su preparación militar: “A mí la Armada me enseñó a destruir. No me enseñaron a construir, me enseñaron a destruir”.

Las tres madres fueron víctimas del terror de Estado

       En 1982, Astiz fue a combatir a las Malvinas. El archipiélago de las Georgias del Sur, territorio que debía defender, fue ocupado por las fuerzas inglesas sin recibir ningún tipo de resistencia. Las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, increíblemente respetadas por los gobiernos posteriores, sólo protegieron a la impunidad de los asesinos. Recién en el 2011, a 36 años del comienzo del terror, los asesinos fueron condenados.

      Lamentablemente se actuó tarde, por culpa de los pocos que eligieron que el país se maneje de esa forma, pero por lo menos llegó en vida. A pesar de todo, lo que se perdió no se podrá recuperar. Tal vez, con esto asimilará aunque sea un poco de tanto dolor que ha causado, aunque en un personaje como tal es difícil que esto suceda.

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