viernes, 18 de noviembre de 2011

Estados totalitarios ficcionarios y reales

Onganía fue gran impulsor de un estado absolutista
       A lo largo de la historia, Argentina ha sido víctima de diversas dictaduras, en distintos contextos nacionales e internacionales. Los totalitarismos comenzaron con el golpe de Estado a Irigoyen en 1930, pero después de 1955 se darán una serie de gobiernos de facto, con breves mandatos semi democráticos en el medio, que se prolongaría hasta la vuelta de la democracia en 1983. La dictadura que encabezó el general Juan Carlos Onganía, en 1966, intentó imponer algo similar a lo que plantea George Orwell en su libro, 1984.
        La inestabilidad del gobierno de Arturo Illia (1963-1966) y la urgencia de los militares de combatir al comunismo conformaban el anticipo del inminente golpe. Un elenco de propagandistas se dedicó a desprestigiar al gobierno, y al sistema político en general, y a enaltecer la figura de Onganía, “última alternativa de orden y autoridad”, como escribió Mariano Grondona en Primera Plana. Un amplio consenso acompañó al golpe del 28 de junio de 1966.
       El nuevo gobierno no tenía una línea clara ni una tendencia coexistente. Lo que sí tenía claro era que era necesario reorganizar el Estado, hacerlo fuerte, con autoridad y sumamente severo. La represión del comunismo era uno de los objetivos de los militares, quienes veían a las Universidades como el refugio de las ideas izquierdistas. Las intervenciones en los sectores educacionales no se hicieron esperar. La intromisión del Estado en las facultades rompió con toda posibilidad de autonomía académica. El 29 de julio de 1966, la policía reprimió duramente a estudiantes y profesores en distintas Universidades, lo que se conoció como “La noche de los bastones largos”.
La Noche de los Bastones Largos, día histórico nacional

      Rápidamente el Estado tomó control de todos los asuntos y ahogó cualquier tipo de oposición. El plan de Adalbert Krieger Vasena, Ministro de Economía y Trabajo, si bien logró arreglar las cuentas del Estado, reducir la inflación y permitió grandes inversiones estatales, también desnacionalizó a una gran cantidad de empresas que veían en el capital extranjero un futuro más próspero. En 1968, las clases empresariales comenzaron a quejarse del autoritarismo de Onganía y empezaron a pensar en una alternativa.
      El Cordobazo, que estalló en 1969, fue un movimiento estudiantil que provocó el inicio de una cadena de masivas protestas que estimularon la caída del ya frágil gobierno. La movilización, que tenía como principal protagonista a Agustín Tosco, fue duramente reprimida por las fuerzas policiales y el Ejército. Este hecho marcó el fin de la dictadura.
      El secuestro y asesinato del ex presidente Pedro Eugenio Aramburu en 1970, perpetrado por Montoneros, también afectó a Onganía. Aramburu era uno de las principales alternativas que los militares barajaban. Entonces, varios sospechaban que ciertos círculos que rodeaban al presidente habían estado implicados en el caso. A principio de 1970 depusieron a Onganía y designaron a Roberto Marcelo Lanusse como mandatario. La dictadura de “La Morsa”, así le decían, quien quería aplicar un gobierno eterno, tuvo un paso fugaz por la Argentina pero la intención de haber implementado un estado absolutista estuvo presente y se vio, con mayor claridad, en los primeros años de gestión.

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