sábado, 19 de noviembre de 2011

Facebook y sindicalismo

Transitando Facebook, me encontré con un usuario poco común. El nombre que lleva es Augusto Timoteo Vandor, ex líder sindicalista asesinado por Montoneros en 1969. El usuario, además tener una foto de Vandor en el perfil, opina en su muro sobre situaciones que ocurren hoy  e intenta reflejar cuál sería la mirada del Lobo sobre estos hechos. Por eso, decidí hacer un recorrido sobre cómo este hombre cambió al sindicalismo y a su forma actuar por aquellos años convulsionados.
El peronismo había sido el gran impulsor del sindicalismo. El trabajador contaba con beneficios que no había tenido nunca y el Estado benefactor mantenía el orden a pesar de pequeñas protestas aisladas. El gobierno militar que derrocó a Perón en 1955, encabezado por el general Eduardo Lonardi, quien dijo que no había ni vencedores ni vencidos, procuró establecer acuerdos con las principales fuerzas que habían sostenido a Perón, particularmente los sindicalistas.
A las palabras se las llevo el viento y dos meses después Lonardi era depuesto. El general Pedro Eugenio Aramburu ocupó su lugar. Los empresarios coincidían en que debían modificar el estatus logrado por los trabajadores. Esto implicaba restringir el poder de los sindicalistas, recortar los ingresos y recuperar la autoridad patronal.
Aramburu tenía como objetivo desmantelar el aparato peronista. Intervino la CGT y los sindicatos, puestos a cargo de oficiales de las Fuerzas Armadas. Dirigentes políticos y sindicales fueron detenidos y proscriptos políticamente. Expatriado el peronismo, el cúmulo de trabajadores realizaba marchas o huelgas, más a menudo en 1957. Allí, se creó una nueva generación sindical, más dura y acostumbrada a la violencia represiva del Estado. Ante la ausencia de Perón, estas organizaciones sindicales fueron la “columna vertebral” del movimiento.
El gobierno de Frondizi (1958-1962) y el Plan de Estabilización que lanzó su ministro de Economía, el ingeniero Álvaro Alsogaray, que congeló los salarios y trajo una desocupación generalizada, entre otras cosas, provocó una ruptura en la frágil relación con el sindicalismo. La dura represión practicada por el gobierno puso en pie de guerra a la masa trabajadora.
En los sindicatos se consolidaba un nuevo tipo de dirección, más interesada en las complejas estructuras sindicales que en los hechos cotidianos. A veces llegando al matonismo. Augusto Vandor, jefe del sindicato metalúrgico, fue la figura principal de esta nueva burocracia sindical, con paros generales duros de palabra pero escasamente combativos y negociaciones permanentes.
Vandor propuso un peronismo sin Perón
El gobierno de Illia (1962-1966) también tuvo enfrentamientos con el sindicalismo. El gobierno se había propuesto controlar a los dirigentes sindicales. Para eso propuso aplicar la Ley de Asociaciones.  Los sindicalistas respondieron con un Plan de Lucha, increíblemente orquestado por Vandor que consistió en la ocupación escalonada, entre mayo y junio de 1964, de 11 mil fábricas, en una operación que involucró a casi 4 millones de trabajadores. El vandorismo demostraba su poder dentro de las organizaciones sindicales.
En el primer semestre de 1964, los sindicatos encabezaron una reorganización del Partido Justicialista. Esto los fue llevando a un enfrentamiento con Perón, amenazado en su liderazgo. El General sabía que Vandor estaba ganando posiciones. El gobierno proscribió al Partido Justicialista pero autorizó a los peronistas a presentarse bajo otro rótulo como la Unión Popular.
El Lobo fue el ideólogo de hacer lanzar miles de tortugas por la calle Florida aludiendo a la supuesta lentitud del gobierno radical. También había sido uno de los impulsores del fallido retorno de Perón en 1962.
Las elecciones provinciales de 1965 definieron el enfrentamiento entre Vandor y Perón. Isabelita, enviada por el General, había venido a la Argentina con el objetivo de alentar a los candidatos peronistas y a repudiar a las formulas vandoristas. El resultado: Perón triunfaba en el escenario electoral y Vandor en el sindical.
Los sindicalistas se mostraron francamente esperanzados con el golpe de 1966, especulando con la permanencia del tradicional espacio para la negociación y la presión. Esto tenía que ver con el amplio campo de tendencias que existían en el gobierno y la falta de un foco claro. En poco tiempo, la represión hacia las protestas sindicales se hará presente. Se sancionó la ley de Arbitraje Obligatorio, que condicionaba la posibilidad de iniciar huelgas.
                El “Operativo Judas”, plan para asesinar a Vandor, fue realizado con meses de antelación. Detallistas, los encargados de perpetrarlo tenían que vulnerar los 20 guardaespaldas del Lobo. Los autores mantuvieron en total secreto el asunto, ya que en dos ocasiones anteriores de intento de asesinato, el líder sindical se había enterado antes del hecho.

                El 30 de junio de 1969 se llevó a cabo la operación que terminó con la vida de Vandor. Los integrantes del operativo ingresaron a la UOM haciéndose pasar por oficiales de justicia. Ingresaron, redujeron a todos los que estaban dentro y fueron puerta por puerta buscando al Lobo al grito de ¿Dónde está Vandor?. El líder sindical, que en ese momento mantenía una charla telefónica con Antonio Cafiero, salió al pasillo a ver que sucedía y recibió dos impactos en pleno pecho. Al girar recibió otro debajo del brazo y cuando cayó dos más en la espalda.
                La autoría del hecho fue reconocida dos años después por el Ejército Nacional Revolucionario, aunque se sabe que este nombre fue ficticio, con el fin de despistar a los servicios de inteligencia. Los implicados en el suceso pertenecían a la organización guerrillera Los Descamisados, que después se fusionaría con Montoneros.

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