domingo, 20 de noviembre de 2011

Las pesadas injusticias de siempre

         
         George Orwell, en su libro 1984, describe algunos puntos de la realidad con la que convivimos. Una realidad no tan explícita, pero igual de eficiente. Muchos catalogan al texto como una parodia, pero no lo es. Es una reproducción de los asuntos cotidianos que soportamos con asiduidad.  El Ministerio del Amor, de la Verdad, de la Paz y de la Abundancia que Orwell describe en su texto, no son más que un fiel reflejo de los estados totalitarios que tuvieron su lugar en el planeta y que aún permanecen, aunque no tan expuestos.
         El mundo se está rebelando contra dicho sistema, impuesto solamente para el bien de pocos y el llanto de muchos. Los “indignados” que invadieron las plazas españolas, los ocupantes de Wall Streets, la primavera árabe, la lucha por la educación gratuita en Chile y otros hechos más, son la manifestación más explícita de que el ser humano está cansado del sistema político, económico y social que plantean los hombres poderosos.
        Es un momento cambiante en el planeta. Nadie sabe lo que se vendrá. Las grandes economías caen como plumas y el egoísmo entre los distintos países se ve con claridad en las reuniones diplomáticas. Las crisis griega e italiana generaron una gran ruptura en las relaciones europeas y el valor del euro corre un peligro inminente. Los mandatarios no encuentran salidas rápidas y eficaces y el pueblo reniega de la clase dirigente que lo único que hace es pensar en su propio bienestar. Ante este panorama, los que pierden son los mismos de siempre: el pueblo. Los políticos solo presionan para acallar a la población y mantenerla en un estado entumecido.
      Los encargados de llevar al mundo a un lugar más estable, lo único que hacen es intentar adormecer a la población, para así regocijarse con el dolor ajeno. Con el afán de enriquecerse, han creado un sistema que obliga al hombre a vivir en permanente agitación. Sin tiempo para detenerse y pensar lo que está sucediendo de verdad. ¿Cómo, con el rico mundo que tenemos, con suficiente comida para todos, hay millones de personas que mueren de hambre? ¿Cómo ante el sufrimiento despiadado del  ajeno no acudimos a su ayuda?
Dibujo de la Standard Oil y sus garras

     Habitualmente vemos hablar de cifras asombrosas de dinero sin ningún tipo de miramientos, mientras que en Kenya o Somalia hay cientos de miles de niños en riesgo de morir de desnutrición y enfermedades, según declaro UNICEF en su informe sobre la crisis en el Cuerno de África. En la zona, la cifra de necesitados supera los 13 millones. Más cerca aun, Haití. En el país americano, no menos de 300.000 niños padecen desnutrición crónica y la mitad de las muertes infantiles está provocada por el hambre. Haití está incluido en el programa del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial para los Países en vías de desarrollo altamente endeudados. “Altamente endeudados”. Un país que no tiene para darle de comer a más de la mitad de su población. Que cruel ironía. Más cerca aun, Argentina. Si bien nuestro país no está entre los que mayor tasa de desnutrición tiene, hay casos de mortalidad infantil a causa de la falta de alimentos. A principios de este año, la Cooperadora para la Nutrición Infantil (Conin) anunció que 260.000 chicos menores de cinco años sufren algún grado de desnutrición en la Argentina. Por lo general, los pueblos originarios son los más carenciados.
El sistema prefiere mirar hacia otro lado ante estos asuntos
       Que no me digan que este sistema no es tan cruel como un totalitarismo. No se conforma con destruir millones de vidas, sino que también deteriora constantemente al planeta. Con sus grandes empresas, adueñándose de la naturaleza y no incorporándose a ella, ha devastado todo lo que tuvo a su alcance.
       El robo de valores también es un crimen y es lo que hizo este sistema. Los distorsionó a su favor. Impuso un estilo de vida en el cual el dinero es el factor más importante. Con sus atentados, sus guerras, sus invasiones, sus dictaduras, sus hambrunas, sus injusticias ha manipulado y llevado a la población mundial al lugar que deseaban. Los clanes familiares, dueños de empresas multinacionales, políticos, banqueros manejan los hilos del mundo y deciden el futuro de millones de personas. El único fin: generar más poder cueste lo que cueste. Por eso lo comparo con el gran libro de George Orwell. Porque al igual que el sistema implementado por el escritor, este también le ha hecho mucho mal al ser humano. 

1 comentario:

  1. Tiene algunos problemas de redacción y otros de ortografía.

    Por ejemplo: "los ministerios es". No: son. Por ejemplo: "revelarse". No: rebelarse.

    Usa expresiones como "dicho" que no aportan nada. Dice George Well, en lugar de George Orwell...

    Cuidado con los detalles

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